Por Andrea Aguilar y Patricia Buitrago
Kirikú y la hechicera es una película dirigida por Michel Ocelot que se estrenó en el año 1998 co-producida entre Francia, Bélgica y Luxemburgo. Es un largometraje que permite trabajar en el aula diferentes temas sociales y económicos tanto de la actualidad como de la historia en países desiguales.
Su personaje principal, Kirikú, es un niño pequeño de una aldea Africana quien atraviesa diferentes aventuras en las que se debe enfrentar a la malvada hechicera Karaba, quien tiene sometido a su pueblo y les roba sus recursos: el agua de la fuente y las joyas de las mujeres. Sin embargo la gente la obedece y venera porque se cree que es muy poderosa y se asemeja a una divinidad entre el pueblo a excepción de la madre de Kirikú que le expresa a su hijo que ella no es superior, solamente es quien tiene el poder.
El arma de Karaba es el miedo que infunde a través de los fetiches que son unos seres de aspecto robótico que cumplen sus órdenes mientras atacan a los habitantes cuando no cumplen la voluntad de la hechicera. Trabajo que se puede asemejar al de la fuerza pública que vigila, ejerce represión y agresión cuando se intenta desafiar un sistema impuesto.
Kiriku arriesga su vida para atravesar la montaña que habita la bruja y que impide el paso para llegar a la casa del gran sabio, abuelo de Kirikú. Pero el pequeño logra llegar a donde nadie había podido y se encuentra con su abuelo quien le revela la debilidad de Karaba, que radica en una espina clavada en su espalda cuando joven que además de mortificarla le da los poderes que posee.
Finalmente, Kirikú es capaz de retirar la espina y logra que Karaba se libere del sufrimiento y deje en paz a su pueblo, a cambio, el pequeño le pide que sea su esposa, pero ella se niega porque piensa que es tan solo un niño, tras este episodio Kirikú se convierte en un hombre para que ella lo acepte. Los dos deciden volver a la aldea donde los reciben con rechazo hasta que la madre del niño lo reconoce en el cuerpo de un hombre. En ese momento llega el sabio con los hombres que habían capturado a Karaba y convertido en Fetiches que se reencuentran con sus familias en una gran fiesta.
La película se puede abordar con diferentes edades, tanto con niños de edades iniciales como con los jóvenes de grupos superiores. Con los más pequeños se podrían tocar temas como el cuidado de la naturaleza y la importancia que esta tiene en la vida diaria. El respeto y reconocimiento del otro, incorporando el trabajo colaborativo que se evidencia dentro de la aldea para lograr un fin común y cuando kirikú decide ir en busca de karaba para encontrar su lado bueno, sin importar que ella sea una bruja. Su personaje se muestra como un niño curioso, que no conoce el miedo y actúa valientemente para ayudar su aldea, lo que demuestra la importancia de afrontar miedos. De igual manera se pueden llegar hacer comparaciones con los contextos reales de nuestros estudiantes o los de nuestro país, con relación a costumbres, dinámicas de vida y rutinas.
Con los grupos de jóvenes se puede abordar desde cuatro ejes: económico, religioso, político y humano. El primero de ellos, se remite a la reflexión acerca de la apropiación de recursos por parte de una persona o entidad lo cual es evidente en una sociedad como la nuestra. En segundo lugar, el carácter de lo religioso se podría cuestionar a partir del personaje de Karaba que intenta imponerse sembrando el miedo, hecho que también se puede relacionar a los procesos de invasión a la llegada de los españoles a América. En tercer lugar, es posible analizar la falta de organización social que permite la opresión por parte de la bruja y que en ocasiones hace que Kirikú se sienta débil o sin apoyo.
Por último, y a propósito de lo anterior, también es posible intentar comprender los comportamientos de maldad y bondad que ejercen diferentes personajes a través de la película y que no siempre son estáticos, sino que cambian alrededor de las situaciones. Por ejemplo con el rechazo y posterior aceptación y empatía de los niños hacia Kirikú, la falta de apoyo por parte de los adultos, la transformación de Karabá al final de la historia.
Es interesante cómo la película puede reconfigurar el carácter de lo heroico, de lo que normalmente pueden concebir nuestros estudiantes a lo que puede representar Kirikú en un contexto más local. EL contexto cultural que ofrece la película representa un gran potencial porque acerca a los estudiantes a costumbres, símbolos y realidades, para algunos desconocidas o invisibilizadas, como las de comunidades indígenas, rurales o periféricas que sufren la indolencia del estado y la indiferencia del resto de la población.
Como docente de bachillerato me es importante inculcar en mis estudiantes una mirada crítica del contexto económico, político y religioso del país. Es por ello, que esta película es oportuna en el aula, ya que al realizarse las comparaciones con los contextos reales de nuestros estudiantes o los de nuestro país, "con relación a costumbres, dinámicas de vida y rutinas", habrá una invitación a la crítica.
ResponderEliminarLa historia de Kirikú, sin duda alguna, no es distante de lo que conocen nuestros estudiantes, así que es un filme que con agrado se lleva al aula.